
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia: Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo: Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y será limpio: Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve. Hazme oir gozo y alegría; Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación; Y el espíritu libre me sustente.
Salmo 51:1-12
1 comentario:
Que maravilloso es sentirse nimio, sin mérito alguno ante la presencia de Nuestro Señor. Reconocer que mi maldad me aparta de Él, pero que su amor me redime, me vuelve digna...
"suelo levantar los ojos, sólo cuando es Él quien me sostiene...es entonces que la Verdad me hace proyectarme a la Eternidad marcada por una Cruz ensangrentada que sólo me persuade de su amor"
Publicar un comentario